lunes, 12 de octubre de 2009

Zamora 2: Actores, Efectos y Licencias Históricas


Cuando Román Chalbaud hizo Bóves el Urogallo en RCTV, le dio el papel del caudillo a un teatrero recién salido de la universidad, desconocido para aquel entonces y que posteriormente se convertiría en uno de los mejores actores de nuestra pantalla: Gustavo Rodríguez. En esta ocasión, luego de un casting de más de 150 actores, la historia podría volver a repetirse con Alexander Solórzano, quien hace un trabajo más que competente interpretando a Zamora.

Otros actores que lo acompañan en su gesta con irregular desempeño son Eric Ekvall, Antonio Cuevas, Asdrúbal Meléndez, Antonio Delli, Danielita Alvarado (En lo que parece más un cameo que una actuación secundaria) y una larga lista de extras de telenovelas de los que sólo reconozco rostros y no nombres. Para mí, el show se lo roba Julio César Mármol en el papel de Páez, quién ya interpretó al prócer en su juventud, en una producción setentosa de la batalla de Carabobo hecha por Chalbaud y Cabrujas. El bigotón parece que se hubiera escapado de los viejos billetes de 20 para aparecer en la película, no sólo es idéntico físicamente, sino que está muy bien interpretado.

Santa Inés Digital

¿Recuerdan las batallas multitudinarias de las dos películas de Miranda del 2007?
¿No?
No los culpo.
El tema de las batallas siempre ha sido una pata coja en los intentos de cine épico venezolano. Siempre se ven súper pobres.
En ese sentido, realizar la secuencia de La batalla de Santa Inés era sin duda el mayor reto que afrontaba la producción. ¿Cómo lo resolvieron? Usando la misma tecnología que usaron películas como El Señor de los Anillos, Troya o Kingdom of Heaven para simular multitudes en el campo de batalla.

“En ninguna película venezolana se han usado efectos especiales como estos. Se compró un programa en Estados Unidos y la compañía Watto Post (Que también se encargó de los efectos especiales de Miranda Regresa) fue hasta allá a estudiar cómo se usaba ese programa. Era necesario hacerlo de esa forma porque aquí no hay suficientes caballos, hubiera costado mucho más dinero tener un ejercito así de multitudinario en pantalla.” Comenta Chalbaud.
No les miento, los efectos no son perfectos. Se nota que trataron de disimularlos con polvo y sombras, pero aún así, el resultado es muy positivo y meten la cova en más de una ocasión. Nada mal para ser la primera vez.

¿Qué le pareció a Chávez?

“Le gustó mucho”- Responde contento Chalbaud- “La vio en la premiere especial del Teresa Carreño y de una nos encargó a Luis Britto y a mí una película sobre Cipriano Castro. Hacer estas películas históricas me parece un acierto de Chávez. La gente no conoce la historia. Cuando estrenamos en Barinas, una señora me dijo que nunca había oído hablar de Zamora. Es bueno que la gente lo conozca, pues su imagen se ha distorsionado. Antes había un estado de Venezuela llamado Zamora, hasta que un día le cambiaron el nombre y le pusieron Barinas. La derecha detesta ese personaje. Yo por el contrario, lo admiro mucho.”

Estoy de acuerdo, el sistema educativo tiene fallas graves y es bueno que la gente conozca la historia, Ok. ¿Pero son películas como Zamora la mejor herramienta para hacerlo? Me pregunto qué tan distinta habría sido una película como esta realizada por un equipo que no esté vinculado con la visión política de Chávez. ¿Seguiría el personaje de Zamora diciendo frases tan cursis como “Todo revolucionario es poeta”?

No me mal entiendan, creo que los realizadores están en todo su derecho de mostrar su visión de los hechos, pero en tiempos de polarización como los que vivimos, es difícil tragarse cualquier cuento de buenas a primeras, venga del lado que venga, sin preguntarse dónde pusieron el colorete y qué se ocultó debajo de la alfombra. Amen de que todos se lo pregunten, pero creo que no es así en realidad.

Podríamos fácilmente caer en la eterna disyuntiva de “Historia Vs. Cuento”. ¿Es éticamente correcto “colorear” un hecho o un personaje de la historia en pro de una corriente de pensamiento en el presente? El guión de Britto García lo hace, así como lo hizo Peter Shaffer al culpar a Salieri de la muerte de Mozart en Amadeus, así como lo han hecho miles de películas gringas para hablar de su historia. El dilema es tan viejo y complejo, que no sé hasta qué punto discutirlo.

Ejemplos claros en Zamora, cuando vemos ciertos paralelismos que aparecen entre la figura del prócer y la de Chávez o cuando se sugiere de forma bastante directa que el protagonista muere a manos de el “diabólico” Guzmán Blanco, interpretado por Luigi Sciamanna.

“No se sabe exactamente en la historia quien lo mató, pero el guionista tiene el derecho de jugar con los elementos y dar su versión. Si hablamos de paralelismos, el pueblo siempre necesita un líder en quien creer y cuando encuentran a alguien que los quiere, evidentemente lo ponen en un altar, aquí y donde sea. No estamos comparando a Chávez con Zamora, sino que él arrastró mucha gente como lo hizo Bóves y como lo hizo Bolívar.” Responde Chalbaud. “Evidentemente que lo que me gustó del guión de Luis, es que siendo una de las épocas más violentas de nuestra historia, hay escenas de lirismo y belleza.”

“Es una película fundada en documentos históricos.” -Dice el guionista Luis Britto García- “Hay cierto conjunto de hechos poéticos producidos en el guión, pero ninguno altera la verdad documental. Todo el mundo tiene el derecho de ver una determinada obra desde el punto de vista de su posición política y moral.”

Bueno. Más allá de la política, el guión de la película se siente accidentado. Con bombardeos de información histórica que debilitan el disfrute y entendimiento del “cuento”, con líneas insólitas enchumbadas en un romanticismo poco creíble para los personajes que las recitan y con saltos temporales que a mi juicio, responden más a los cortes hechos para llevar 6 horas de la serie de televisión, a las 2 horas y pico que dura la cinta.

Con todo y eso, la película se muestra sólida en su manera de presentar su versión de los hechos e indiscutiblemente, tiene elementos técnicos muy destacables, sobretodo, la música de un señor apellido Cabrujas de cuyo nombre no puedo acordarme. Mi sugerencia, sería la de siempre dejar la puerta abierta para complementar lo visto con otras fuentes históricas ajenas al dogma oficialista y sacar conclusiones individuales.

1 comentario:

charlesstone25 dijo...

Ellos tienen total derecho de tomarse sus licencias históricas y ajustar el cuento a sus visiones.

Nosotros el de no ir a verla.

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Si los venezolanos fuéramos nacionalistas, puede que me preocupara por las idelogías incrustadas en las producciones de La Villa, pero no lo somos y consumimos cine importado, así que produzcan 1 o 1000 películas sobre "próceres", al final la lluevia de hamburguesas se llevará la taquilla, y el mañana igual que hoy.