Toda una generación de veinte añeras debe su nombre a su ópera prima, Oriana (1985), que no sólo suele ser recordada como una de las mejores películas venezolanas de todos los tiempos, sino que además tiene el tupé de ser la segunda cinta venezolana (después de Araya de Margot Benacerraf) en haber sido premiada por el Festival de Cannes con la Cámara de Oro.
Su segundo trabajo, Mecánicas Celestes (1995) fue recibido con aplausos en el extranjero y le abrió las puertas para rodar en Hollywood, Women on Top (2000), donde tuvo la oportunidad de dirigir a una joven y ascendente Penélope Cruz. La peli no fue precisamente un éxito, pero sí era técnicamente correcta (Cosa que a veces es mucho decir para nuestro cine), con propuestas medianamente originales y un soundtrack bestial.
¿Volvería a trabajar allí?
Un Té en La Habana
Ha pasado una década desde su última producción, pero por fin, luego de más de 3 años de trabajo, millón y medio de dólares, intentos de secuestro a su actriz principal, peleas en el set y conflictos con la piratería, llega su cuarta película como directora, protagonizada por Prakriti Maduro y Juan Carlos García; Esta vez, no de la mano de Hollywood, sino de La Villa del Cine, institución que no tuvo problemas en abrazar el nuevo proyecto de Torres que debía filmarse casi completamente en Cuba.
La directora soñaba con filmar allí desde que la visitó por primera vez en el 86 cuando exhibió Oriana, por eso cuando el guión Habana de Jorge Camacho llegó a sus manos, no lo pensó 2 veces. Pero aunque se quiera tapar el sol con un dedo, no es secreto que si limitaciones sobran en el cine latinoamericano, más lo hacen en la isla.
“Hubo muchos retos logísticos." Cuenta Fina. "Tuvimos que traer materiales y maquinas que no se encuentran fácilmente en Cuba. También hubo problemas para comunicarse con el exterior, tanto por teléfono como por Internet, y esto era una coproducción con su base en Venezuela.”
Prakriti Maduro, la protagonista de esta historia, también recopila algunas anécdotas del rodaje. “Dicen que unas actrices cubanas me querían secuestrar, que el material de la película que llegaba a Caracas se vendía directo en la autopista, que los actores cubanos usaban apuntador, que Juan Carlos García golpeó al director de fotografía porque lo dejaba en la sombra, y que la película se tuvo que filmar dos veces. Todo fue verdad, salvo que se filmó dos veces.”
Los resultados de la experiencia llegaran a las salas el viernes. Yo ya tuve oportunidad de verla, así que en lo que termine de saldar mi deuda con Cheila, les traigo mis comentarios y más testimonios de Fina Torres sobre la realización de la película.
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